Las infecciones causadas por bacterias resistentes no responden al tratamiento, lo que prolonga la enfermedad y aumenta el riesgo de complicaciones y muerte, además de extender el tiempo en el que el paciente infectado puede contagiar a otras personas y diseminar en la población enfermedades de difícil tratamiento.
La prolongación de la enfermedad y del tratamiento, a menudo en hospitales, incrementa los costos asistenciales.
El aumento del comercio y los viajes internacionales permite que los microorganismos resistentes se propaguen rápidamente entre países y continentes lejanos.
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